La ley obliga a todos los vehículos a motor a disponer de un seguro obligatorio de Responsabilidad Civil. Cabe señalar que eso incluye aquellos vehículos que no se utilizan, ya que pueden provocar daños a terceros, como puede ser el caso de producirse un incendio en el garaje donde se encuentre estacionado. La Dirección General de Tráfico (DGT) contempla multas de hasta 3.000 euros por circular sin seguro obligatorio.
A la hora de contratar el seguro de coche, hay algunos aspectos a tener en consideración para elegir el mejor más allá del precio de la póliza. Lo primero a valorar son las características del vehículo, ya que no es lo mismo asegurar un coche nuevo de gama alta que uno de segunda mano de gama baja. A esto hay que sumar el uso que se le dé al vehículo y la habilidad del conductor, ya que de esto depende en gran medida si interesa contratar un seguro con o sin franquicia. Por supuesto, la edad del conductor es otro de los factores personales que pueden ser determinantes al contratar la póliza. El precio del seguro se encarece cuando este tiene menos de 25 o más de 65 años.
¿A terceros o a todo riesgo?
Lo primero y más importante es conocer los diferentes tipos de seguro que existen. El de Responsabilidad Civil, más conocido como a terceros, es el básico, el obligatorio por ley. Pero, si quieres ampliar las coberturas, puedes contratar un seguro a terceros ampliado o un seguro a todo riesgo.
El seguro a terceros cubre la Responsabilidad Civil a terceros, y se le pueden añadir coberturas adicionales: rotura de lunas, robo e incendio. Esta modalidad recibe el nombre de terceros ampliado y, si incluye las tres opciones, terceros completo.
El seguro a todo riesgo es aquel que cubre los daños tanto personales como materiales de tu vehículo y los pasajeros que vayan en él, como y los de un tercero en caso de accidente. Es el que ofrece máxima cobertura. Aunque la base de esta póliza es la cobertura a daños propios, hay más coberturas que es de especial interés conocer: rotura de lunas, robo e incendio del vehículo, asistencia en carretera, defensa jurídica y reclamaciones de daños.
Además, se pueden contratar coberturas adicionales, como el vehículo de sustitución. En caso de que tengas que estar sin tu vehículo a causa de una avería o un accidente, la compañía aseguradora te pone un coche de sustitución. Debes revisar las condiciones de todas las coberturas, tanto básicas como opcionales, ya que siempre se aplican una serie de limitaciones.
¿Con franquicia o sin franquicia?
La franquicia es una cuantía económica que como asegurado pactas con la compañía aseguradora, y por la que tendrá que responder ante un siniestro. Por ejemplo, si tienes una franquicia de 500 euros y el daño del arreglo de tu vehículo o el del otro conductor implicado es de 800 euros, tú tendrás que pagar 500 euros, y los 300 euros restantes los asumirá la compañía aseguradora.
La principal razón por la que algunas personas contratan el seguro a todo riesgo con franquicia es porque su precio es menor, algo lógico teniendo en cuenta que en caso de siniestro el asegurado asume el importe pactado con la compañía aseguradora. Cuanto mayor sea la franquicia, la prima de la póliza es más baja.
No hay un seguro mejor que otro, ya que depende de las características y la antigüedad del vehículo, así como del uso que hagas del mismo. Contratar el seguro a todo riesgo con franquicia es una buena opción si solo utilizas el coche de vez en cuando. También debes considerar tu historial de siniestros como conductor.